miércoles, 2 de mayo de 2012

El chip. Capítulo segundo


El chip

Capítulo segundo

En una comisaría de los Ángeles se recibe una llamada de urgencia: “ Se acaba de escuchar un tiroteo en la calle....”

Acto seguido en la oficina del jefe de policía de esta misma comisaría suena el teléfono de la secreta oficina de control y seguimiento del ciudadano que informa al que hay que detener a Mariano Felipe González que es el autor de los disparos según la información del chip el estaba en el lugar al lado de la víctima y si chip ha informado de varias sacudidas, tres en concreto que seguramente coinciden con los disparos que ha recibido la víctima, el Chip de la víctima ha dejado de dar señal y se llama Marie Walter.

Podríamos liquidarlo desde nuestro control, pero no podemos hacerlo público, el pueblo no puede enterarse. Por lo que le recomendamos que haga todo lo posible para que no se note la diferencia y hagan una detención normal del individuo y una supuesta investigación policial para que implique al acusado.

Ok contesta el jefe, acto seguido llama al inspector Víctor McMilan para que lleve el caso con la máxima cautela.

Mientras los coches patrulla ya tienen controlada la posición y controlados todos los movimientos del Marino Felipe González, mientras la prensa ha sido informada y así tener cobertura informativa de la detención y de paso exaltar la eficacia de la policía en la defensa del ciudadano.

Marino Felipe González está en un callejón huyendo de la policía, lleva la pistola en la mano, intenta saltar la pared que le corta el paso y que da a un gran solar en la que hay los restos e una antigua fábrica de gas abandonada hace ya más de 30 años, fábrica que antes de que se construyera a sus alrededores daba gas a medio los Ángeles para uso doméstico, pero debido a su posible derrumbe había sido vallada por todas las partes. Siguió corriendo hasta el edificio de oficinas en el que se encerró al no ver una salida limpia, pues por todas partes se veían los focos de las cámaras de TV y las azules luces de la policía, al tiempo que estaban llegando unos camiones de bomberos.

En una de las aceras colindantes a los muros que rodeaban la fábrica ya estaban unos camiones con generadores preparando unos potentes fosos para que los camiones de los bomberos pudieran acoplarlos a sus escaleras y así iluminar el solar.

Los agentes con sus armas estaban tomando posiciones en todo el perímetro, las TV informando de todos los preparativos, algunos cámaras se habían arriesgado a subir a una de las escaleras de los camiones de los bomberos y así poder coger mejores tomas del edificio de las oficinas de la antigua fábrica.

Varios policías, para provocar al “asesino” lanzaron varias piedras a las ventanas para ponerlo nervioso y empezara a disparar, pero no lo consiguieron.

Desde un coche de la policía se le informa por los altavoces de que salga en las manos en alto, cosa que no hace ni puñetero caso, no es si intención salir con vida de esta situación, ni la de la policía el que con vida salga, pero la policía tiene a las cámaras y tiene que provocarlo para que dispare o haga algo para empezar a disparar a discreción sin piedad.

Desde un ángulo que no estaba cubierto por las cámaras se escuchan varios disparos, cosa que ya sirve de escusa a la policía para empezar a disparar a discreción hasta que toda la pared queda como un queso de gruyere, al cabo de unos minutos se dejan de escuchar los disparos y los antidisturbios intentan entrar para ver si Marino Felipe González sigue vivo o muerto. Con mucho cuidado se introducen dentro de lo que queda del edificio y encuentran a Marino Felipe González mal herido, por el interfono preguntan que hacen con el obteniendo la respuesta de que lo dejen como está.

Desde el control de la secreta oficina de control y seguimiento del ciudadano se activa el chip para que libere el veneno y lo elimine del todo.

Pasados unos minutos, minutos en que ya se han encargado de eliminar al “asesino” y comprobado de que ya está muerto se dejan entrar a las cámaras de TV para que informen con todo el morbo posible de la gran eficacia de la policía y del sistema.

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