Capítulo
décimo tercero.
El
avión se esta acercando a la isla, una isla no muy grande, el
aeropuerto se adentra dentro de la ciudad dando la sensación de que
al aterrizar uno va a chocar contra los edificios y salirse por el
otro lado, pero la pericia de los pilotos no lo permiten...
Poco
a poco va descendiendo el avión hacia la pista, en los pasajeros se
nota la tensión, un nudo en el estómago en la mayoría, cuanto más
se acercan a tierra más se dan cuenta de lo pequeño que es la pista
para aterrizar, los edificios la rodean, parece integrarse en la
misma ciudad. Acabamos de aterrizar en el aeropuerto de Owen Roberts
Internacional en la isla Gran Caimán, poco a poco el avión se
acerca a la terminal, un pequeño edificio que más bien parece el de
la torre de control de un aeropuerto privado de avionetas.
Los
viajeros desembarcan y andando se dirigen a la Terminal para pasar el
control de equipajes, cosa rápida, pues no se esmeran mucho en ver
lo que hay dentro, no les interesa, nunca hay problemas.
Dos
hombres vestidos de traje, atuendo discordante entre el resto de
pasajeros , están esperando las maletas, bueno, más bien un par de
bolsas un poco más grande que un simple bolso de mano, cuando llegan
lo recogen y buscan un taxi para que los lleve al Gran Caiman
Marriott Beach Resort, un hotel situado en la misma orilla de la
playa.
El
taxi no tarda no diez minutos en llegar al hotel, pagan al taxista,
cogen las bolsas y se dirigen a la recepción, al entrar justo en el
centro de la puerta de entrada en medio del salón una bella mesa de
hierro forjado como baso y sobre ella un enorme cristal sobre el cual
se encuentra un enorme ramo de flores. Dirigiéndose hacia la barra
de la recepción sobresalen, a la derecha, unos lujosos solas y
butacas colocados alrededor de una bonita mesa de cristal con la base
de hierro labrado, un hermoso centro de porcelana blanca decora la
mesa, la barra de la recepción, toda de madera, se identifican con
sus respectivos pasaportes y les dan la habitación que ya tenían
reservada. Suben con el ascensor hasta el primer piso, buscan la
habitación, abren y se encuentran con una lujosa habitación con dos
camas grandes, con vistas a la hermosa piscina rodeada de palmeras de
toda clase, al fondo el mar azul presidiendo el camino hacia el
infinito horizonte donde el azul del mar se junta con el azul del
cielo, hoy el día claro hace que el calor del sol se note
fuertemente haciendo sudar a la gente por todos los poros y si a esto
le sumamos el exceso de humedad reinante la sensación térmica es
muy superior, por suerte la habitación dispone de aire acondicionado
lo que hace que la estancia sea un poco más relajada que en el
exterior.
Ambos
se quitan el traje que desdice con todo el entorno, aprovechando para
darse una ducha antes de empezar a trabajar y vistiendo algo más
liviano y más apropiado para el fuerte calor que hace en la isla,
pantalón fino y camisa blanca han elegido.
Dentro
de poco va a ser la hora de la cena en el Gran Caimán Marriott Beach
Resort, por lo que aprovechan para bajar al bar a tomar un aperitivo
y luego dirigirse al restaurante para cenar algo.
Una
vez cenados, deciden salir por los bares e la zona y hacer unas
cuantas preguntas sobre oficinas de empresas, cosas que los camareros
no saben contestar, pero que les dicen que en el Anderson Square es
posible que encuentren algo, pues es un edificio de oficinas y si
allí no encuentran algo pueden ir al registro de la Administración
del Gobierno que allí están registradas todas las empresas y tienen
sus direcciones, lo que no sabe e si esta información se la van a
dar.
Al
día siguiente después de desayunar en la terraza de la piscina a
la sombra de las palmeras contemplando el bello amanecer, espectáculo
imperdible por su belleza, el ver aparecer el astro sol de color
naranja como emerge de las profundidades del mar allá en el
horizonte elevándose hacia el azul cielo para luego instalarse en
las alturas caldeando el día, solo enfriado por la termoregulación
marina y las leves brisas que ello forma o por los aires
acondicionados de los edificios.
Salen
los dos en busca de la información que necesitaban para sus jefes,
uno se va al edificio de la Administración del Gobierno y otro a ver
el edificio de oficinas que le comentó el camarero.
Reúnen
la información que les precisaba y deciden mandarla por correo
electrónico, cosa que hacen una vez escrito el informe.
Desde
el continente australiano, que ya estaban siguiéndolos interceptan
el correo y cambian el contenido para mandarlo de nuevo con la misma
dirección de los investigadores.
En
la gran mansión de una de las grandes familias se recibe el correo,
al leerlo el pavor y el enfado se dibujó en la cara de quien lo
leía, no entendía nada, pero se lo esperaba, las empresas fantasma
eran de un par de las grandes familias, por lo que la guerra no
acababa sino que se recrudecía de nuevo, según el informe el que
habían tenido enormes pérdidas era un montaje para hacerles creer
que les estaban atacando. De este modo la cruel batalla entre las
grandes familias en las bolsas cada día era más y más fuerte...
Mientras
en la Isla del Gran Caimán los investigadores se estaban disponiendo
para salir hacia sus destinos de origen, , al salir del hotel, como
aún tenían tiempo, decidieron ir a o comer a un restaurante que
habían visto y que les hizo mucha ilusión, fueron andando hacia él.
Un
camión que iba a bastante velocidad va como descontrolado por la
calle los investigadores lo ven venir, pero no les da tiempo, el
camión se precipita hacia ellos y los aplasta contra el muro de un
edificio, el mismo que les impidió escapar de una muerte segura, el
conductor del camión se ha empotrado la cabeza en la luna del
parabrisas al chocar y el remolque que llevaba ha barrido toda l a
calle arrastrando todo lo que a su alcance ha encontrado, el equipaje
que llevaban consigo y el ordenador portátil ha quedado
completamente destrozado... Al poco tiempo llegan las ambulancias
para recoger a los cadáveres y llevarlos al Chrissie Thomlinson
Memorial Hospital para hacerles la autopsia y saber el porque de....
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